- ¡Alberto, te has vuelto a olvidar otra vez!
- ¿De qué, Rocío?
- ¡Hoy cumplimos 5 años de casados!
- Pe... pe... pero, cómo me voy a olvidar de eso?
- Quiero que me lleves a cenar, a ver un buen espectáculo y a bailar.
- ¡Justamente era eso lo que había pensado!
- Está bien ¡Quiero que me lleves a la Herradura!!
- ¿Quéee? ¿Estás loca? ¡Eso es un antro!
- ¡Alberto! Quiero que me lleves ahí porque quiero conocerlo!
Y fueron... Apenas llegaron, el aparcacoches dijo:
- Buenas, ¿Cómo le va caballero? Me alegro de verlo de nuevo.
La mujer saltó sorprendida:
- ¿Qué dice éste? Ha dicho que se alegraba de verte de nuevo. ¿Has estado tú aquí?
- ¿Yo, pero estás loca, en este antro? Los porteros le dicen a todos lo mismo. Estos lugares son así.
Llegaron ante el portero...
- Señor Vega... ¡Qué alegría!
- Te ha dicho Señor Vega... ¡Este te conoce!
- Eh?... Cómo no me va a conocer, si trabaja en el edificio de mi oficina. Es el electricista del edificio.
Ya dentro, los recibió Alex, el gerente:
- ¿Cómo está Ingeniero Vega? La mejor mesa, como siempre, ¿Verdad?
- ¿Este también es electricista en tu oficina, Alberto? ¡Te voy a matar!
- No... eh... no, este señor me conoce porque es el que me vendió el monovolumen que te regalé...
- Alberto me estás...
En ese momento apareció la vendedora de cigarrillos:
- ¡Mi Reeeeey! ¿Te doy tu Cohiba?...
La cigarrera se puso el habano entre los pechos...
- Mete la manita, mi amor, y saca tu habanito.
Rocío estaba a punto de matar a su marido cuando se apagaron las luces. Por fin se sentaron y empezó el espectáculo. Apareció una mujer espectacular que empezó a hacer un striptease. Y cuando se quedó sólo con el tanga se acercó a la mesa de Alberto y, muy sensualmente, preguntó a toda la concurrencia:
- Y ahora... ¿quieeeeen me va a quitar el tanguitaaaaa?
Todos los presentes cantaron a coro:
- Se ve, se siente, Alberto con los dientes! Se ve, se siente, Alberto con los dientes!
Rocio no aguantó más. Salió corriendo y se metió en un taxi. Alberto la siguió y también entró en el vehículo. La mujer empezó a pegarle y a tratar de tirarlo por la puerta.
- ¡Eres el hijo de p#&%$# más grande que he visto!
Rocio se quitó un zapato e, histérica, comenzó a pegarle en la cabeza y a gritarle los tacos más gordos que se sabía. El taxista se dio la vuelta y dijo:
- Mire que hemos llevado p#t@s locas , Don Alberto... ¡Pero como esta ninguna!!