En un convento, una monja salió embarazada y se armó de valor para informarle a la madre superiora.
"¿Quién fue el culpable?", inquiere la madre superiora.
"Ha sido el espíritu santo, porque no tuve relaciones con nadie".
Para salir del problema, la monja mayor le dice:
"Está bien, retírate del convento por 9 meses y después regresas".
Al día siguiente, aparece otra monja con el mismo problema y así, nuevas hermanas se presentan cada día con lo mismo. Pasados tres meses, la superiora reúne a todas las monjas:
"Por razones personales tengo que retirarme por nueve meses; pero cuando vuelva, ¡voy a buscar al hijo de p#t* que le puso semen a las velas!"