En sus últimos minutos de vida, una madre recibe a su hijo. Éste se
encuentra muy apenado y afligido, tanto por perder a su madre como por
perder la posibilidad de conocer la identidad de su padre; así que
haciendo uso de su última oportunidad, se arriesga:
"Mamá, dime quién es mi papá".
La madre no contesta y el hijo insiste:
"Por favor, mami, ¿quién es mi papá?"
entre gemidos y a muy baja voz, por fin, la madre responde:
"Pro... be... ta..."
Satisfecho, el hijo exclama:
"¿De probeta? ¡Soy hijo de probeta, qué tranquilidad!"
Sin embargo, con un gesto de fastidio la madre le interrumpe:
"¡Nooo! Probé tanto hombre que ni me acuerdo..."