En el convento estaba como interna
una monjita muy grosera;
Siempre que estaba platicando
con sus compañeras de cualquier
cosa decía fregadera y media.
Las demás estaban cansadas de ella y,
en una platica que tuvieron,
llegaron a la conclusión de que,
cuando ella empezara con sus palabrotas,
todas se pararían de la mesa y la dejarían sola.
En una ocasión estaban platicando sobre la guerra y sus consecuencias
una dijo:
"si yo pudiera, mandaría un camión lleno de alimentos para toda la gente pobre."
otra dijo:
"si yo pudiera mandaría un camión
lleno de medicinas para los enfermos."
Y, dice la monjita majadera:
"si yo pudiera mandaría un camión
lleno de put@s para los soldados."
De repente se paran las monjas y se dirigen a la puerta,...y la monjita grosera les dice:
¡Espérense p3ndej@s,...todavía ni contrato el camión!´