Un señor le dice a otro:
- Amigo, tienes un plátano en la oreja.
- ¿Cómo?
- Que tienes un plátano en la oreja.
- ¿Qué?
- Dios mío, ¡que tienes un plátano en la oreja!
- Mira, tío, déjalo, porque tengo un plátano en la oreja y no te oigo.